Fue una escapada de chicas, con mi mejor amiga Patricia y contigo, bebito, pero aún en mi barriga 🙂 así que bueno, escapada de chicas y proyecto de bebé 🙂
Fuimos en junio de 2014, del 7 al 9.
07/06/2014: Amsterdam, ¡here we are!
Menudo madrugón! pero por viajar, lo que haga falta y además con gusto. Hemos llegado al aeropuerto internacional de Schiphol en Amsterdam poco más allá de las 9 y ahí ha empezado la aventura ya que íbamos bastante perdidas tanto Patricia como yo. Entre las indicaciones y mi inglés, hemos logrado coger un tren en la propia estación del aeropuerto que nos ha llevado a Amsterdam Central, donde después de aclararnos de como funcionaba la consigna para dejar las maletas, hemos salido dirección a la oficina de turismo.
Después de echarle tranquilamente más de una hora ahí metidas y acabar con un agobio más que considerable, hemos logrado comprarnos una city card por 12,50€ cada una válida por 48 horas para buses, metros y tramvías de la ciudad y contratar una excursión por 40€ cada una para el lunes que dura 5 horas y media y nos llevará a visitar la campiña holandesa y a ver los molinos, una fábrica de quesos y otra de zuecos.
Al salir y despejarnos un rato hemos empezado a andar, porque si algo se caracteriza en nuestros viajes es lo que nos gusta patear los lugares, es la mejor manera de impregnarse de ellos.
Lo primero que nos ha sorprendido es la cantidad de bicis, aunque ya íbamos informadas y la de tramvías…, para mí la multitud de sonidos entre las campanas de las bicis, la gente hablando en holandés e inglés, los tramvías pasando, sus campanas, los ruidos de los semáforos sonoros, los canales con sus botes… es un paraíso auditivo para mí y mis audiofotos!
Hemos seguido por la calle Damrak llegando a la Dam Square donde nos hemos topado con un precioso coro cantando allí en medio.
Coro en Dam Square
Anda que te anda un buen rato, con un poco de lluvia para refrescarnos, hemos llegado al famoso Mercado de las Flores conocido en holandés como Bloemenmarkt, lleno de puestos flotantes con toda la variedad imaginable de plantas naturales y artificiales, flores y multitud de semillas de todas las formas, tamaños, texturas y colores que no me privé en tocar. También hemos visto tiendas de souvenirs y como no, tiendas de quesos.
El mercado de las flores está abierto todos los días, de lunes a sábado de 9 a 17:30H y los domingos de 11 a 17:30h.
Para reponer fuerzas y sacarnos un poco el calor que llevábamos encima, nos hemos sentado cerca de uno de los canales a comernos un frozen yogur con trocitos de fruta natural y hemos seguido marcha hacia Vondelpark, un parque espectacular en medio de la ciudad.
Hemos estado paseando por el parque un buen rato, ha sido precioso, nos ha hecho recordar a nuestra Ciutadella en Barcelona pero en mucho más grande, con muchísimas más bicis, gente en el césped tomando el sol, la sombra, hablando, jugando al futbol… niños jugando, muchos lagos, y gente haciendo sus propias barbacoas. Realmente un oasis de tranquilidad en una ciudad que ya de por si es agradable de andar y muy verde.
Patitos en Vondelpark!
De Vondelpark pronunciado (Fondelpark) hemos ido a estrenar nuestra city card y hemos cogido el tramvía 1 hacia nuestro hotel, el New West Inn. Al lograr llegar al hotel, después de un paseo largo aunque agradable a través de un parque lleno de animales sueltos como patos, ocas, conejos, hemos cogido la llave de nuestra habitación, hemos descansado un ratito y de vuelta al centro.
Tengo que decir que este hotel me exigía pagar 20€ extra por traer a Bella, mi perra guía. Por las circunstancias que han envuelto la preparación de este viaje y que ahora no vienen al caso, al final decidí por no encontrar alojamiento más barato y de iguales condiciones y por no haberme sentido segura en cuanto a las leyes de Holanda sobre perros guía, de no llevármela conmigo, pero desde aquí quiero expresar mi total desacuerdo en que me hagan pagar más por llevar a mi perra guía. A ver si de una vez se entiende que no es una mascota y que en muchas ocasiones es un perro absolutamente necesario para los ciegos.
Al salir del hotel, hemos descubierto que el tram 17 para más cerca que el 1, aunque la parada se llama igual, Hoekenes, la del 1 cae como al principio del parque que antes comentaba y la del 17 a la mitad,. Nos hemos subido y nos hemos ido al centro, bajando en Dam para visitar De Wallen o el barrio rojo.
No nos ha defraudado para nada, muchísima animación, muchos tíos, muchos gays, muchas tiendas eróticas y de drogas y como no, las estrellas del Wallen, las prostitutas en sus aparadores, que por cierto según Patricia, habían algunas muy guapas.
Por los alrededores hay muchos sitios para comer y al final nos hemos animado a cenar en un hindú/indonesio ya que yo tenía mono de satai. El plato me ha costado 14,5€ ¡pero es que no me lo he podido terminar! llevaba satai, rendang, arroz, pan de gambas, judía verde con salsa picante y hasta un poco de cordero. Y para hacer bajar semejante comilona, nos hemos partido un lassi de mango (pura delicia).
Al terminar la super cena, sin prisa pero sin pausa hemos ido poco a poco a la consigna de la Central Station a recoger el equipaje y ya hemos cogido el tram 17 hacia el hotel.
08/06/2014: Haarlem y la playa
Hoy el día se ha levantado más fresquito y nublado que ayer, es más, hasta nos ha llovido un poco por la mañana.
Hemos cogido nuestro querido tram 17, también un metro, aéreo por cierto pero ¡ay! nos hemos colado y hemos bajado una parada antes así que hasta la estación de tren nos ha tocado ir a pie y mojarnos un poco.
De Amsterdam a Haarlem no han sido más de 15 minutos en tren y si os lo preguntábais, sí, al final ha sido una visita acertada, un sitio muy bonito y más grande de lo que pensábamos, eso sí, al ser domingo muchos de los comercios estaban cerrados, no los de souvenirs donde he podido comprar algunas cosillas para la familia y por supuesto, mis muñecos tradicionales.
Mientras paseábamos por Haarlem hemos pasado por un supermercado y hemos aprovechado para hacer la compra para las cenas de hoy y mañana y el desayuno de mañana, comprando así nos sale mucho más económico que ir todo el rato de cafeterías y bares.
Después de un break para comer algo de fruta y de más paseo, hemos parado a comer en un restaurante que sirven comida local ¡genial! me encanta probar los distintos manjares de cada país. Pat se ha tomado una sopa de tomate y yo unas bitter ballen que son como unas croquetas redondas de carne muy rebozadas y que estaban muy buenas y nos hemos partido una tabla de quesos holandeses con melmelada para picar y un applecrumble de postre. Vaya, ¡que nos hemos puesto las botas!
Hemos paseado un ratito más por el pueblo fotografiando un molino y sus canales y ya nos hemos ido ha la parada de buses que está al lado de la estación de trenes a nuestro siguiente destino.
Ambiente en Haarlem
¡Nos vamos a la playa! con el bus 81 a reventar de jóvenes, todos hemos bajado en el mismo sitio, la última parada, en la playa.
No es ni mucho menos una playa idílica y solitaria, sino una playa muy larga, llena de clubes de música, sitios para comer, casetas para alquilar que imagino que serán para guardar tus pertenencias, y con muchos jóvenes y familias pasando la tarde.
Como estamos en modo relax nos hemos dedicado a pasear por la orilla del mar unos cuantos kms, metiendo los pies en el agua que a diferencia de lo que yo pensaba, no está muy fría y esquivando el montón de medusas diseminadas por la orilla.
Andando andando hemos llegado al siguiente pueblo donde nos hemos dirigido a la estación para coger el tren que nos lleve de vuelta a Amsterdam.
Al llegar, nuestro paseito obligado por el centro y por el Wallen donde hemos comprado unas galletas de chocolate con un 0,2% de marihuana y es que la chica de la tienda nos ha contado según lo que yo he entendido en nuestro inglés que todo lo que se vende en tiendas de souvenirs se puede pasar sin problema por aduanas pero que el resto que se adquiera en otros establecimientos se ha de consumir en el país y en cofee shops.
The Wallen al atardecer
La nota desagradable del día, un pervertido que nos empezó a seguir mientras cotilleábamos en una tienda de erótica y diciéndonos alguna que otra barbaridad. Por suerte en Dam Square, de camino a coger el tram para ir al hotel hemos logrado perderle de vista.
En el hotel hemos cenado las ensaladas que compramos en Haarlem y cookies de postre y a descansar.
09/06/2014: Último día, la campiña holandesa y visita a la casa museo de Ana Frank.
Hoy ha tocado madrugar mucho, hemos desayunado con el pan y embutido que compramos ayer y antes de las 07 ya hemos dejado el hotel con maletas incluidas para ir hacia Amsterdam central con nuestro querido Tram 17.
En la estación de nuevo como el primer día hemos vuelto a alquilar la consigna por un día, unos 8€ para dejar las maletas y nos hemos ido pitando a la oficina de turismo donde ya estaba el autobús que nos llevará a la excursión de hoy. Hemos subido al hop on-hop off que es un autocar con sistema de audioguía incorporado y que a las 9 menos cuarto ha arrancado hacia la campiña holandesa.
De ruta hacia el pueblo de los molinos, no recuerdo el nombre, nuestra guía, Astrid ha aprovechado para presentarse y hablarnos un poco del planing de la excursión. La verdad es que me ha parecido una mujer bastante preparada y con un buen dominio del español, inglés, francés y hasta algo de italiano.
Astrid nos cuenta sobre la visita al molino
Al llegar al primer pueblo, hemos bajado del autocar y nos hemos topado con un montón más de turistas. La impresión que me ha dado al vernos a todos juntos yendo al mismo sitio ha sido tal cual la de un rebaño. en el molino, para acceder hemos subido unas escaleras muy estrechitas y lo hemos visitado a nuestro aire, ya que Astrid solo nos lleva a los sitios pero las explicaciones van a cargo de la audioguía del autocar.
Visita al molino
Al terminar y mientras esperábamos para coger de nuevo el bus, hemos hecho unas cuantas fotos y cotilleado, que no comprado, en las tiendecitas de recuerdos.
La siguiente parada, previa explicación de la audioguía, ha sido en Volendam, donde Astrid nos ha llevado a la Cheese Factory que como su nombre claramente indica sin lugar a dudas, es la fábrica del queso.
Astrid nos cuenta sobre Volendam y Marken
En la fábrica de quesos una chica muy divertida nos ha contado el proceso de fabricación del queso y como no, hemos comprado, eso sí, también los hemos podido catar ¡que buenos! yo he comprado diversos goudas y uno que decían que es especial, el Rembrant que me ha enamorado.
Un buen cuchillo y el arte de rayar queso
Como antes, al terminar la visita y las compras y para esperar a nuestro siguiente destino, hemos paseado por el pueblo, nos hemos comprado unos dulces deliciosos estilo mini pancakes y nos hemos tomado un refresco cerca del puerto, haciendo tiempo hasta la una.
Para llegar a Marken nos hemos subido en una barcaza con la que hemos estado navegando por el lago más grande de europa occidental según dicen, que antes era mar pero lo cerraron por tema de inundaciones y lo convirtieron en lago.
En Marken después de un paseito hemos ido a una fábrica de zuecos donde como no, un chico nos ha mostrado como se hacen los zuecos, primero dándole forma a la madera, luego agujereándola para poner los pies y luego puliéndolos. Este chico por cierto también tenía su gracia en contar el proceso. Al acabar la explicación por hacer la broma nos hemos probado zuecos y ya nos hemos ido.
De la madera al zueco
Para volver a Amsterdam lo hemos hecho en el bus por carretera y hemos llegado a las 2 y media y directitas a comer, para mí el mejor falafel que he probado hasta la fecha… ¡pura delicia! porque era un poco “do it yourself” y yo le añadí humus, feta, cous cous… espectacular.
Al terminar hemos seguido paseando, con Patri zampándose unas patatas con mayonesa ya que les tenía ganas desde que llegamos porque dice que no para de ver a gente comiéndoselas y puestecitos vendiéndolas, buscando la famosa condonería, que bueno, nos la imaginábamos más grande, eso sí, tiene condones de todos los tipos, tamaños, formas, sabores y colores.
El paseo nos ha llevado a nuestra siguiente y última visita, la casa museo de Ana Frank y nos hemos puesto a la cola, que por suerte ha ido avanzando bastante rápido y ha sido menos pesada de lo que en un principio parecía.
La visita ha sido interesantísima, además tienen guías en braille. El museo imita la estructura de la que fue la casa donde estuvieron escondidos las familias Frank y Van Dan durante 2 años antes que les descubrieran y los llevaran a campos de concentración. Una visita sobretodo muy emotiva donde podías ir haciendo el recorrido de la casa, leyendo fragmentos del diario de Ana y viendo en pantallas a testigos que contaban lo que sucedió.
La habitación y aseo del escondite de Ana Frank
A la salida hemos ido a hacernos una foto en la puerta de la casa de verdad y ya hemos dado nuestro último paseo por el mercado de las flores y el wallen antes de regresar a la Central Station, coger nuestras maletas y un tren hacia el aeropuerto donde con algo de retraso, hacia las 10 de la noche hemos despegado de nuevo hacia Barcelona.
Nos despedimos de esta fantástica ciudad y país, que nos ha conquistado con su libertad, su gente, sus paisajes y su riqueza cultural y que nos ha dejado con ganas de repetir para explorar más a fondo Holanda y todo lo que nos ha quedado por ver.